miércoles, 3 de octubre de 2007

La Revolución

Cuando entré a la carrera, proveniente de un ambiente bastante burbújeo – hay que decirlo – al principio, me asusté: “Ohh...” se decía el pacato novato de aquel entonces “acá está lleno de gente de izquierda… ¡qué susto!”. Pensé que estaba entrando a una suerte de Kremlin, lleno de “comunistas” y gente de ideas revolucionarias. Me habían contado el cuento que son personajes terribles, comeguaguas y violamonjas; que quieren que todo sea de todos y que sólo piensan en tirar (y) piedras. Afortunadamente, para mi tranquilidad y enriquecimiento personal, fui conociendo a estos “pensadores críticos” y el susto se fue desvaneciendo. En ningún caso fue por una aproximación al pensamiento revolucionario, ni por la amistad que he trabado con más de algún “compañero”, o por la comprensión de los ideales últimos de la crítica al sistema. Ya no les tengo susto a estos amigos, simplemente porque son revolucionarios de papel. Librepensadores – o quizás, libres de todo pensamiento – cuyas reales aspiraciones van más por una botella tibia de cerveza que por la tan clamada equidad. ¿Cómo querer cambiar el sistema si ni siquiera son capaces de levantarse temprano? (cfr. cualquier pasillo de Humanidades un lunes a las 8:15 am) Las pretensiones, nobles sin duda, no se ven acompañadas más que de una retórica setentera, de navegados desabridos, de pañuelos a cuadros blanquinegros – así como árabes… – y de guitarreos solylluviosos. ¿Dónde está el esfuerzo y trabajo por sacar adelante los ideales? OK, nadie es perfecto ni dueño absoluto de sí mismo como para poder todo lo que se proponga, pero ¡compañero!: si usted quiere revolucionar el sistema, ¡parta por revolucionarse usted mismo! Si la revolución debe oler a “empanadas y vino tinto”, es notorio que la segunda parte la entendió clarito, pero le recuerdo que para la empanada hay que levantarse temprano para amasar, darse la lata de picar la carne y la cebolla y tras varias horas recién degustar.

¿Revolución desde la intelectualidad? Si, lógico, a mí también me gusta leer y dedicarme a hacer como que pienso. Pero, ¿no se da cuenta acaso, estimado compañero, que el sistema ya asimiló que la intelectualidad sea de izquierda? ¡La revolución ya es parte del sistema! Si no se revoluciona a sí misma, la supuesta crítica termina siendo cómplice del sistema tal cual es. Si usted, compañerísimo, quiere ser revolucionario, no estudie geografía: estudie medicina y vaya a meterse a una población a sacarla adelante desde adentro; no estudie filosofía, estudie ingeniería civil y trabaje en un municipio de escasos recursos. Pero “leyendo” a Lacan, Foucault o Baudrillard no va a dislocar las estructuras de poder. En el mejor de los casos, se va a marear un poquito y va a tener alguien a quien citar en las divagaciones del próximo carrete de jueves en la facultad (cfr. cualquier jueves tipín 19:00 en Sociales o Humanidades, o viernes desde las 16:00).

Sinceramente, todo esto me da un poco de lástima. Pues si bien claramente no comparto ni las ideas de fondo ni las perspectivas, sí valoro la actitud crítica, las ganas de cambiar lo que haya que cambiar – y de conservar lo que merezca ser conservado – y el trabajo duro por los ideales. Da lástima que la única alternativa al sistema esté en manos de este nivel de abanderados, que – no me extrañaría en absoluto – tal vez terminen vendiéndose al tan vilipendiado sistema (con algo hay que pagar el carrete, ¿no?).

Los ideales se hacen realidad con trabajo duro y constante, sean del color o tendencia que sean. Y la revolución, sea en el sentido que sea, no es un Wild On Lenin! sino la concreción misma de las aspiraciones de un mundo mejor, de un mundo distinto, que sólo se realizan tras esfuerzo y renuncias. Pregúntenle al Ché Guevara, cuando renunciaba a su salario de Presidente del Banco Nacional. Lástima que esas actitudes sean lo que menos se ve por estos lares y tengamos que contentarnos con un marxismo aguado, un posmodernismo de cuarta, sin rigor argumental ni solidez de ideas. Una lástima, porque efectivamente, creo yo, otro mundo sería posible.

Revolucionarios del mundo, ¡revolucionaos vosotros mismos!

Cristián Rodríguez - Filosofía

Estacionamientos: ¿Cobros justos en San Joaquín?

Para nadie es una novedad que el campus San Joaquín ha crecido una bestialidad. Han llegado carreras nuevas y otras han aumentado sus vacantes (como puede ser el ejemplo de Filosofía y Ciencia Política, respectivamente), elevando así el número de estudiantes que transitan diariamente por veredas y calles. Lo curioso de la situación es que las decisiones de este progresivo aumento han sido tomadas por el “alto mando” de nuestra universidad, por lo tanto, aplicando un poco de lógica, es también responsabilidad de estos mismos “altos mandos” asegurar una adecuada infraestructura para todos.


Claro está que el cobro por el uso de estacionamientos en San Joaquín es un tema que genera conflictos. Por un lado están aquellos que permanecen indiferentes frente a ello porque simplemente no tienen auto y suponen que si otro sí lo tiene también puede desembolsar cierta cantidad mensual adicional. Por el otro lado están quienes el tema les atañe por su incidencia directa, quienes no estamos dispuestos a enfrentar un cobro adicional por un bien supuestamente de uso público, el cual siempre fue gratis.


La explicación que da la Universidad es un tanto ilógica, ya que se dice que estos fondos estarían destinados para la mantención de los espacios públicos y la renovada infraestructura de los nuevos estacionamientos, pero una vez que este gasto se cubra, ¿para qué fines estará destinado este dinero que se recibirá en forma mensual? Eso es algo que aún no está clarificado.


Un segundo argumento dado es el que tiene relación con incentivar el uso de transporte público, pero para muchas personas esto significaría pasar un par de horas entre trasbordos, alimentadores, troncales y metro, demás está decir que el transporte público ya está lo suficientemente colapsado como para pensar en éste como alternativa, por otra parte hay personas que estudian y trabajan por lo que sus tiempos de traslado no deben ser excesivos.


Otra razón y creo que es la más coherente, es la que tiene relación con el uso de externos a la Universidad de los estacionamientos, tema que sería fácilmente controlable a través de los guardias que se ubican en las distintas entradas y el uso de los conocidos logos en los respectivos autos.


A nivel de representación estudiantil, pienso que la gran damnificada es la actual FEUC, situación que –muy por el contrario- no debiese ser así, ya que este es un tema que se venía tratando hace más de un año, escapando a las manos de la actual administración, Si hacemos un poco de memoria, podremos percatarnos cómo este plan ya se había dado a conocer a la FEUC 2006 (OI), quienes no nos informaron de manera adecuada los alcances que dicho proyecto tendría.


No obstante lo anterior, me parece mucho más preocupante el rol desempeñado actualmente por algunos centros de estudiantes, en particular el de Historia, que en teoría me representa, mas nunca el cobro de estacionamientos fue un tema de discusión, ni se planteó en alguna de las diferentes asambleas a las que frecuentemente se convocan, ni se dio a conocer vía mail (como tan acostumbrados están), por lo que ha existido un evidente descuido con temas que afectan a parte de sus representados. Con mucha decepción me he dado cuenta que, al actual Cehi, este
tema sencillamente no le interesa, nunca hubo algún tipo de información al respecto ni tampoco una idea de manifestación según el sentir de la mayoría.


Llegó la hora de pensar más en
todos sus representados y velar también por sus intereses.

Dinelly Muñoz - II Historia

Porque no sólo de pan vive el hombre

El ejercicio es bastante simple. Basta con caminar por los pasillos de nuestra Universidad en tiempos previos a vacaciones de verano o de invierno y no podrá pasar desapercibido. La cantidad de afiches invitándonos a participar en Trabajos Voluntarios y/o Misiones crece año tras año, día tras día, estableciéndose casi como una moda del voluntariado. Y no son pocas las instancias: Servidores para Chile, Proyecta UC, La Obra, Jóvenes sin Frontera, Calcuta UC, Un Techo para Chile, son sólo algunos nombres de los muchos trabajos voluntarios organizados desde nuestra Universidad de cara a la realidad social de nuestro país. Muchas veces, sobretodo antes de iniciar una experiencia de este tipo, me he preguntado ¿para qué realizar voluntariado sabiendo que de ninguna forma podré acabar totalmente con la pobreza?¿Será realmente necesario asistir a trabajos voluntarios, sacrificando mis vacaciones y una serie de comodidades que el descanso trae consigo? ¿son estos trabajos voluntarios una solución parche a la urgente realidad de desigualdad que vive hoy nuestro país?


Afortunadamente, ya de vuelta en mi hogar, y sólo después de haber vivenciado una experiencia de este tipo, es que logro encontrar respuesta a los miedos e interrogantes realizados con anterioridad y que verdaderamente me hacen lograr comprender a cabalidad el objetivo profundo y final de realizar Trabajos Voluntarios. La actitud humana frente a la pobreza no puede remitirse tan sólo a estructuras políticas- sociales a nivel macro, está más que demostrado que ningún tipo de modelo social aplicado ha sido capaz de acabar efectivamente con este flagelo. De acuerdo a esto, entonces, no podemos adquirir una actitud de simple pasividad o de crítica ácida hacia el actual sistema, pensando siempre en las grandes estructuras, pero no haciendo nada concreto al respecto, al tiempo que la desigualdad sigue azotando nuestra realidad cotidiana. Es por esto que surge, como exigencia ética, aprovechar el amplio campo que el contexto social nos deja (a veces sin advertirlo) para realizar la caridad a nivel interpersonal, y desde ésta llegar a una auténtica justicia social.

Cabe en este momento hacer dos diferenciaciones que son imprescindibles: Caridad y Asistencialismo, no son, en ningún, caso idénticas. Trabajos Voluntarios y beneficiencia, por tanto, no significan necesariamente lo mismo. La diferencia esencial radica en que la caridad trasciende al mero asistencialismo por el amor , caridad que no se limita a la ayuda material, sino que también incluye la espiritual. Por lo tanto, si remitimos la caridad a un plano puramente material estaríamos cayendo en un asistencialismo sin sentido, asistencialismo vacío que no logra superar el ámbito material del asunto. Es más, si atenemos todas nuestras actitudes y conclusiones a un plano puramente material -como muchos acostumbran a hacerlo- significa degradar la naturaleza misma del hombre, naturaleza en la cual reside la dignidad humana en su sentido más profundo. Realizar Trabajos Voluntarios es mucho más entonces: es entablar un lazo humano, espiritual y trascendente, otorgándole verdadera importancia al amor que se pone en el trabajo que realizamos y no tanto así en el resultado material final al que muchos le llaman solución parche.


Este verano tuve la gran oportunidad de asistir con Servidores para Chile, a una remota aldea del sur de Chile, en la décima región. El trabajo material final realizado –llámese mediagua, arreglo de plaza, reparación de una casa, etc.-no se agota en sí mismo; sólo entonces se logra concebir el verdadero fin de realizar Trabajos Voluntarios, buscando la trascendencia del hombre en el otro, enriqueciendo de esta forma, el lazo humano, la relación interpersonal que , en definitiva, se establecen como verdaderos agentes participantes en la dignificación del hombre.

José Manuel Castro T. - II Historia

La experiencia de un novato en la UC

Hace algunos años, pensaba cómo sería mi vida como universitario. Hoy, cuando ya lo soy, puedo decir que no ha sido para nada fácil.

Uno de los primeros desafíos fue el tener que acostumbrarme a un modo de vida totalmente distinto. Pasar de un pequeño pueblo a la capital de nuestro país, y lograr asimilar, con ello, el desarrollo tecnológico, educacional, económico y político de Santiago. Efectivamente, a pesar de que ya han transcurrido siete meses desde que entré a la universidad, no lo he logrado completamente.

El otro gran desafío es el cambio en el nivel de las exigencias, y más cuando se está en la Universidad Católica. Lograr sobreponerme a la diferencia de las bases académicas de los distintos estudiantes, ha sido también una traba.

Pero no todo ha sido tan duro. He aprendido en estos meses que conocer gente, generar amistades, compartir experiencias y estimular un espíritu solidario, contribuyen al enriquecimiento de la persona humana, y además, a tener distintas visiones sobre la vida y el mundo.

En fin, queda mucho camino por recorrer, muchas cosas que aprender y mucha experiencia que ganar. Sin embargo, lo más importante es crecer, tanto en el ámbito académico como espiritual.

Esteban Gómez - I Ciencia Política